“Corazones
Multicolores”
Santiago
Bianchi
El Viejo
Bellisario era un hombre de palabra. Días después de concretada la venta de su
empresa y su casa, abandono el Condado de Clark junto a su hija, decididos a
comenzar una nueva vida.
Ambos lo sabían, las cosas iban a ser
diferentes en Colombia, debían acostumbrarse al habla latina y al murmullo de
alegres voces y hermosos colores a lo largo de las calles, de esa forma se
darían cuenta que Nevada era un lugar bastante triste comparado con las
maravillas que ofrecía Sudamérica. Y no lo dudaron, mientras cruzaban país por
país en la vieja Ford, de paso ojeaban varias guías de viaje para pasar el
rato.
Al cabo de 10 días llegaron a un pequeño
pueblo portuario de las costas llamado Calar. No ofrecía los lujos de la gran
América pero le daban el placer al turista de disfrutar de un lugar tranquilo,
una bebida fría y el gran entorno donde la naturaleza y las pequeñas casas
convivían con perfecta armonía.
- Bueno Sarah, no es lo que siempre
deseaste?
Pero el viejo John no se había dado cuenta que
Sarah ya había salido a recorrer por cuenta propia las callejuelas de tierra así
que estaciono la camioneta y imito a su hija sin saber dónde buscarla ni donde
estaba parado.
- Señor, señor
- Que sucede chico?
- Su hija está en la tienda de mi
vieja, me pidió llamarle
- Está bien ya voy, ya voy mis piernas
no son las de antes
A paso lento,
el viejo y el joven caminaron hasta el bullicio de gente. Ropa, artesanías,
verduras y legumbres, de todo tipo de
cosas ofrecían los lugareños, algunos hasta te dejaban probar pero tenía tiempo
para ver las maravillas en otro momento.
- Papá ella es Sharik
Era una mujer
bastante joven que ostentaba unos años más que su hija lo que impresiono a John
porque su hijo debía de tener unos 10 años.
- Mucho gusto, Mi nombre es John
Bellisario y ella es mi hija Sarah
- Por cierto hija me permites un
segundo a solas
- Que pasa papá?
- Quienes son estas personas?
- Las conocí cuando me vine de
intercambio, no recuerdas?
Manoseándose
el voluminoso bigote empezó a recordar el verano pasado que se fue a Michigan
mientras ella le enviaba postales desde Colombia, aun poseía unas cuantas.
- Ah, sí, ya recuerdo, discúlpame Sarah
- Ahora vamos que Sharik estaba a punto
de invitarnos a comer
Eso le hizo
recordar que no comía desde hace 4 horas, extraño de el ya que solía hacerlo
cada 30 minutos lo que en un tiempo le dio una prominente barriga así que
haciéndole caso a su hija la acompaño al pequeño puesto de chucherías.
-
Por
cierto chico cómo te llamas?
-
Chico,
Chico Méndez
Quedo un poco
desconcertado al escuchar aquel nombre, bueno… no debería ser extraño en este país
pero para el acostumbrado a escuchar nombres como Tom, Jack y Will diariamente
le impresiono un poco.
Estuvieron charlando un par de horas comiendo
hasta no más dar y conociéndose un poco mas aunque era de notar que el pobre
John empezaba a sentir el efecto de tanto vino y al cabo de unos minutos
comenzó a tambalearse por todos lados hasta que se durmió como un oso encima de
la mesa y así quedo toda la noche. A la mañana siguiente, digamos el medio día sintió
que algo le tiraba del pie y se levanto exaltado y con la ropa hecha un
desastre y con una gran mancha de vino en el pecho.
-
Donde
diablos estoy?, la cabeza me da vueltas
Intentando
levantarse se dio media vuelta encima de la mesa y cayó al piso quebrando una
silla y cuando pudo levantarse se apoyo en la pared y deseando encontrar un
baño.
-
Hey
papá! que haces?
-
Necesito
un baño
-
Veo
que te ataco la resaca, gira a la izquierda, vengo en un minuto voy a buscar la
camioneta
Al
llegar al baño estaba tan cansado que cuando se vio en el espejo no sabía si reírse
o llorar. Tenía el bigote bañado en queso al igual que su barba y ni hablar de
su ropa.
-
Señor
yo puedo ayudarlo con eso, tomé pruébese esta camisa
Haciéndole caso a Chico tomo la camisa y como no tenía
fuerzas se sentó en el retrete, por suerte tenia puesta la tapa sino había que
comprar unos nuevos pantalones.
-
Papá
te ayudo a levantarte, dame una mano Chico
Juntos
tomaron al viejo de los brazos y lo tiraron en el asiento del pasajero, semiinconsciente
saludo con la mano al joven y se recostó quedando dormido en el momento. Tal
vez habrán pasado minutos o largas horas pero mientras dormía tuvo un sueño, el
estaba dentro de una maraca y ella se agitaba y se agitaba haciéndolo volar, mientras,
escuchaba el sonido de tambores y un par de voces, tal vez cientos de voces
cantando una misma canción y bailando a un mismo ritmo sincronizado luego de
eso la maraca de comenzó a romper y despertó tan exaltado que casi de revienta la
frente contra el parabrisas.
-
Tranquilo
papá tuviste una pesadilla, mira hacia adelante y observa tu nuevo hogar
En ese
momento John estaba seguro de que lloraba, pero no de tristeza sino que de
felicidad que recorría todo su cuerpo. Ese lugar, ese lugar fue parte de sus
sueños tiempos atrás pero nunca se pudo imaginar que se volviese realidad. Atraído
por la belleza bajo del coche y camino por cuenta propia hacia la entrada.
-
Hija,
no es preciosa?
-
Lo
es papá, nuestro hogar
-
Como
hubiera deseado que tu madre pudiera ver
esto.
-
Yo
también
Juntos caminaron por el camino
empedrado presenciando todo hacia su alrededor. Las flores coloridas, las
enredaderas cubriendo parte de una pared, el color piel de las paredes, hasta
el techo de la casa les pareció un delicado detalle.
El siempre había anhelado ese lugar desde su juventud, un profundo deseo
de explorar libremente y de sentir que ya no estaba atado a las presiones de la
vida, su corazón no sería el de antes pero desde que llego se sintió invadido
por los hermosos colores.
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