Muchos hemos
llegado a sentir en ciertos momentos de alta percepción, algunas notas tal vez,
de cierta canción que nos llamó la atención desde un principio. Quienes tienen
un buen oído, quienes son capaces de convertir la música en magia, saben que
eso toma un largo tiempo. Una preparación y control de las manos que deben
tener la misma precisión de un cirujano al operar a su paciente. Quizás me equivoque. Pues, nunca estudié esta
parte de la cultura universal y talvez tan solo tuve una armónica en mi boca un
par de veces. Pero en lo que no dudaré, es al decir que "Whiplash" me
demostró todo eso. No es una simple película, es la demostración del sacrificio,
del esmero, del trabajo incansable que debe enfrentar quien busque ser un mago
en el escenario.
Al escuchar cada
nota, cada palabra subida de tono, al ver cada gota de sangre derramada, uno se
percata de lo que ha ignorado todo este tiempo, el detrás de telón, la misma
vida anterior a la primera vez que uno pisa el frio suelo del escenario. Así que
sí, he descubierto ciertas cosas. Pero también me he dado cuenta de algo que
ignoraba, que toda canción, toda nota, todo suspiro, tiene su historia.
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