Hace poco tiempo, se me dio la oportunidad de conocer por
primera vez, una de las cosas más especiales que tiene la cultura uruguaya. Sé
que puede sonar absurdo, pero por primera vez en un carnaval, visité
nuestro querido Teatro de Verano para
conocer a las murgas de las que tanto había oído hablar.
Siempre llegaban a
mis oídos vivencias e historias de momentos preciosos. Siempre escuché los
nombres de grandes murgas, pero nunca se me pasó por la cabeza que podría ser
algo tan hermoso.
Pues en pocas
palabras, reí, lloré de alegría, disfruté hasta que me venció el sueño e
imagino que las otras decenas de personas que estaban junto a mí, también se
retiraron con la misma satisfacción esa noche de verano.
Impresionado por
todo ese nuevo mundo que descubrí, me dispuse a charlar con dos grandes
conocidos y amigos cuyas palabras fueron motivo suficiente para que la entrada número
100 de este blog, estuviese dedicada a las murgas.
Julieta de León es una joven quien recientemente experimentó
por primera vez lo que es vivir entre risas, pasión y noches soñadas.
Una gran amiga y
colega que un día por invitación, emprendió un viaje hacia un pueblito de del
departamento de Canelones llamado Migues para unirse a "Casi Murga".
En sus palabras
"... tiene el poder de mantener informada a la gente y fomentar el
espíritu crítico.... Además del hecho de que tiene la capacidad de unirnos como
pueblo crítico y activo". Y así mantuvimos una larga charla que en ocasiones
me sacó varias sonrisas. Ella reconoce que cada miembro del grupo trabaja igual
de duro. “El día del concurso, para poner el ejemplo más claro, para el
murguista empieza al mediodía, incluso antes... Porque el maquillaje cuesta
mucho trabajo, y hay que pintar de 15 a 18 caras... Y hay gente que no se toma
licencia y queda realmente agotada.